sábado, 3 de mayo de 2014

Instantánea 116 - Chicho Ibáñez Serrador y nuestro encuentro.



Foto Jesús Alcántara

Después de  más de un año representando Ocho mujeres en el teatro Fígaro y  la posterior gira de tres meses por las plazas más importantes de la península, la disolución de la compañía, eso que debía haber significado un descanso  para nosotras, fue en realidad una dolorosa separación que nos negábamos a aceptar. Por lo tanto durante meses  las ocho actrices permanecimos en  contacto.  Pero, como es usual en estos casos, nuestros encuentros y llamadas se fueron espaciando. Así fue con la excepción de tres casos en los que la amistad arraigó de tal manera que nos ha mantenido unidas durante todos estos años. Elisenda Ribas, Pepa Sarsa y Eva Higueras tienen desde entonces su particular altar en la catedral de mis afectos.  


Playa La Carihuela. Torremolinos

La cuestión es que, después de esa larga etapa laboral, Jesús y yo decidimos regalarnos un mes en nuestro apartamento de Torremolinos, un municipio de Málaga a tan solo 14 kilómetros de la ciudad, el reducto al cual solíamos correr "huyendo del mundanal ruido”, buscando oxigenarnos cada vez que el trabajo nos lo permitía, llegando incluso a iniciar nuestro viaje, algunas veces,  un domingo tras la función teatral de la noche y regresando a Madrid el martes tan solo con el tiempo suficiente para la representación de la tarde. ¡Y se trataba de atravesar casi 600 kilómetros de la geografía española de ida y vuelta! Señor, que jóvenes y algo inconscientes éramos en aquellos tiempos.


Vivir en Madrid solo tenía un problema para mí. A pesar de que esa ciudad a la que amo lograba alimentarme sobradamente de belleza, de cultura, de actividades lúdicas, de relaciones amistosas, una parte de mi alma añoraba a gritos algo que me había rodeado durante mis largos años en Cuba y de lo que nunca me cansé de disfrutar. Ni siquiera en los meses de supuesto invierno isleño en el que los cubanos hacen caso omiso de esas maravillas que les rodean: las playas.



De izquierda a derecha, yo, Mavi, la cuñada de Jesús,
Meli , su hermana y Esrher, la hija de Mavi



El mar fue siempre para mí como un imán y el sol como una droga de la que nunca me saciaba. Cuántas veces, en lugar de finalizar en nuestro apartamento esos largos trayectos, atendiendo a mi necesidad perentoria de comprobar que el mar aún estaba ahí, Jesús me dejaba sobre una  hamaca  mientras él, demasiado sensible a los rayos solares, se dedicaba a desempacar y después a leer un libro en alguno de los muchos chiringuitos de la playa. Mientras, yo permanecía  en apasionado romance con un sol que, en reciprocidad a mi afecto, jamás mordió mi carne, jamás hirió una piel que desde niña se le había entregado incondicionalmente. 

Ahí me quedaba horas y horas, obedeciendo tan solo la  ley del “vuelta y vuelta”, hasta ver que mi fulgurante amado, negándose a abandonarme,  se aferraba  al cielo mientras resbalaba hacia la inevitable despedida cotidiana.



Carmen vistiéndome para la Feria






Ya que durante nuestras muchas visitas a la ciudad nunca lo habíamos hecho, estando en el mes de agosto y coincidiendo con la famosa Feria de Málaga, ambos decidimos que aquella ocasión  era idónea para nuevas experiencias, para sumergirnos en el conocimiento de tradiciones populares. Aunque parezca mentira ni a Jesús ni a mí nos gustaron nunca las aglomeraciones. Ese jolgorio del bailoteo y el chateo, que para muchas personas eran   solo accesibles en “bodas y bautizos” y ferias llevaba años formando parte de nuestra obligatoria “vida social” y de “relaciones públicas”. Por lo cual la cosa carecía del interés de la novedad.






Jesús y yo
Así que,  desconocedores en la materia, pedí ayuda e información a la familia malagueña. Y con qué acierto. Meli, la hermana de Jesús, me prestó un vistoso vestido de gitana que su madre Carmen se dedicó a ajustar a mi cuerpo y, Laló, su hermano, aportó una chaquetilla corta para Jesús, porque  era indispensable, a la vez que divertido, participar en la fiesta con trajes típicos andaluces, sobre todo las mujeres, que se ufanaban de ir medio escondidas entre flores y volantes, es decir con el típico vestido de faralaes. Y hacia el tumulto nos dirigimos aquel día, soportando los jocosos comentarios familiares de que yo parecía una sueca disfrazada.






Espontáneas bailando sevillanas y la muchedumbre transitando por la calle Larios de Málaga

Este acontecimiento  que está plenamente vigente, la feria, tiene dos facetas; la diurna transcurre por el casco histórico de la ciudad, abarrotando las calles, los bares y los "colmaos" con un público bullicioso y variopinto. Tanto turistas como nacionales, se lanzan al asalto de plazas y  patios y entre “sevillanas” van y “finitos” vienen, típico vino blanco de Jerez, agotan sus fuerzas y la paciencia de los pocos no participantes desde las nueve de la  mañana hasta bien pasado el medio día. La segunda faceta, mucho más selecta, transcurre en el recinto ferial situado en la carretera Málaga-Torremolinos, comenzando al anochecer y llegando hasta una hora indeterminada de la madrugada.



Caballistas y coche tirado por mulas.

Calles formadas por casetas a ambos lados hacen las veces de pasarela  para caballistas vestidos con las clásicas "toreras" y las cabezas cubiertas con sombreros cordobeses, así como para hermosas mujeres montadas airosas en coches tirados por mulas o caballos  enjaezados con esmero. Pero es dentro de las casetas donde los visitantes se nutren, hasta las claras del día, de copitas de vino, tapas surtidas y de un ritmo que  nunca he llegado a dominar: esas “sevillanas” que aquí bailan con gracia hasta las palmeras del Paseo Marítimo.


Jesús, su madre Carmen y yo
Estos festejos, que comienzan con una serie de majestuosos fuegos artificiales, unos de los más largos y suntuosos de España,  duran una semana y al parecer no están resultando afectados ni siquiera por la crisis que afronta este país  en la actualidad.

Su origen se remonta al año 1491 y se iniciaron como conmemoración de la expulsión morisca y la toma de la ciudad de Málaga por los Reyes Católicos. Se considera que, en la actualidad, atraen a unos dos millones de visitantes, muchos de ellos turistas, estimándose el impacto económico en unos 35 millones de euros. ¡Ahí es “na”!


Foto del programa Un, dos, tres.
De izquierda a derecha Valentín Tormos,
Ibáñez Serrador y Bobby Deglané

Pues bien, en pleno disfrute de playa y juerga flamenca, a mediados de agosto recibí una llamada telefónica ofreciéndome un trabajo que no estaba dispuesta a rechazar: el polifacético Narciso Ibáñez Serrador me ofrecía un papel en su próxima producción teatral. Aquel hombre, nacido en Uruguay de dos prestigiosos actores españoles, Narciso Ibáñez Menta y Pepita Serrador, llevaba años revolucionando la televisión del país con sus magníficos inventos, programas que copaban los más altos ratings de audiencia.


Historias para no dormir, en el año 67, Historias de la frivolidad, en el 68 y el imperecedero Un, dos, tres, responda otra vez, el concurso más recordado de la T.V., estrenado en el 72 y cuya emisión paralizaba cualquier otra actividad, son algunos de sus logros. Pero esa era solo una de sus facetas. Las otras consistían en la dirección de películas de  éxito, un poco frecuente trabajo como actor y una amplia labor como guionista y escritor teatral que ejercía bajo el seudónimo de Luis Peñafiel.



Ibáñez Serrador y yo
Aprobado en castidad era una función escrita para su madre en el año 59 y que la gran actriz había estrenado en Argentina con notable éxito. Pero Chicho, como gusta ser llamado, llevaba cargando con la frustración de su relativo fracaso  en la España franquista. Culpaba de ello a  la censura, que le había forzado a cambiar el título original por el de Aprobado en inocencia, así como a retocar algunas castas escenas que los maléficos ojos de los censores veían como pecaminosas. Aquello le había llevado a suspender, las representaciones a los pocos días del estreno


La cuestión era que, a estas alturas de su vida, y a consecuencia de un dramático hecho del  que solo más tarde me enteré, decidió darle al original de la obra una nueva oportunidad, con el  aliciente de ser él uno de los protagonistas. Naturalmente aquello prometía ser un clamoroso éxito. ¿Quién no iba a querer ver a ese gran  personaje en su casi desconocida faceta de actor?




El reparto estaría completado por Susana Canales, estupenda actriz, ya retirada del teatro pero que conservaba el prestigio ganado durante las décadas de los 50 y los 60, Andrés Resino, Mari Begoña, Carlos Urrutia, Nieves Aparicio y el debut y creo que única aparición teatral de una jovencísima Sandra Barneda, la cual es en la actualidad, además de exitosa escritora,  una de las más populares presentadoras de televisión.

Pero de estos actores y de las venturas y desventuras de Aprobado…hablaré en mi próximo capítulo.

Necrológicas.

Alfredo Alcón. 

Alfredo Alcón


Considerado el actor teatral de repertorio más importante de su generación, falleció el 11 de abril, a los 84 años, en Argentina, su país natal. Habiendo desarrollado parte de su extensa carrera en España, sin duda el público lo recordará por su magnífica interpretación en obras de la categoría de Eduardo II, de Marlowe o A Electra le sienta bien el luto, de Eugene O¨Neill, solo por mencionar algunas de las más memorables.  Los prestigiosos escenarios del teatro María Guerrero, El Español y El Bellas Artes  echarán por siempre de menos su magnífica labor y su gallardía. .




Ramón Pons.


Ramón Pons
Este  hombre que en los 70 y 80,  esa bastante negativa época del destape español, fue considerado como uno de los galanes más guapos del cine, ha fallecido a los 74 años en Madrid. Su carrera se inició en el Teatro Español Universitario y era tanta su dedicación y amor por su profesión que solía asistir a cursos interpretativos en Francia y en Estados Unidos. Algo bastante inusual en los jóvenes actores españoles. Pero no es al Ramón Pons actor al que quiero dedicar mi eterno recuerdo sino a ese hombre entrañable que durante años cargó con una enfermedad que nunca logró vencer su  amor por la vida, su arraigado sentido de la amistad y su dedicación al teatro. Creedme que  el mundo ha perdido a un gran ser humano.



Próximo capítulo. “Sorpresas nos da la vida…”

3 comentarios:

  1. Esta vez solo haré comentarios a las fotos: guapísima en la de la playa, y guapísima de gitana. Y mira que es difícil que ambas cosas queden bien.
    Emilio

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    1. Gracias, amigo, por tu seguimiento y tus comentarios. ¿Has leído mi respuesta a tu comentario anterior? Un pequeño y respetuoso desacuerdo.

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  2. Leído y contestado. Un gran abrazo.
    Emilio

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