Foto Jesús Alcántara |
Una parte de aquel 1973 fue para mí cuando menos
monótono. Durante todo el año continué haciendo Sé infiel y no mires con quién, venciendo la rutina de repetir día
tras día los mismos diálogos, en el mismo teatro y con los mismos compañeros.
Esas cosas que personas no dedicadas a esta profesión aseguran que no podrían
soportar. La incesante repetición de unas situaciones y textos, que acababan hasta por
sonarnos falsos, nos llevaba a una lucha por huir de la mecanización que cada cual sostenía a su manera.
Al llegar la hora de desplazarme al teatro le ponía a mi cerebro el piloto automático y mis piernas me llevaban, sin que
mi voluntad consciente participara, hasta la calle Malasaña. La cuestión es que al penetrar por la puerta de actores, una vez dentro del teatro Maravillas, el automático se desbloqueaba como por
milagro. El peculiar efluvio que habita
en el interior de los teatros, mezcla de polvo, maquillaje y ropa usada, hacía despertar de nuevo en mí el amor por las tablas y mi labor escénica se llenaba de una frescura entusiasmada.Y así fue
durante casi dos años.
Con alguna frecuencia mi eventual trabajo en televisión
rompía la monotonía. En estos casos no era nada fácil levantarse a las 5 y media de la mañana,
cuando aún era de noche, dirigirse a los lejanos
estudios de Televisión Española en Prado del Rey y pasar por el largo proceso
de vestuario, maquillaje y peluquería antes de que comenzara la grabación de
algún Teatro Estudio o de alguna Novela del Mediodía. Una vez en actividad, el
cansancio se evaporaba, los nervios se tensaban y, estoy segura que gracias a
mi juventud, así se mantenían durante el tiempo pasado en el plató e incluso a
lo largo de las posteriores dos funciones que solían terminar a la una de la mañana. Lo
peor era saber que el proceso de la jornada siguiente sería el mismo.
Pero estas convocatorias televisivas no tenían la suficiente frecuencia
y el incremento de los gastos había hecho que los ingresos extra fueran
indispensables. Acabábamos de comprobar, tras el fallecimiento de mi tía, que en este país morirse era más caro que
vivir, (ver Instantánea 72). El precio del sarcófago, aunque fuese de los
sencillos, era astronómico, la parcela para el entierro casi como la compra de
un apartamento y la indispensable lápida de mármol costaba un potosí. Aquellos
trámites mortuorios nos habían dejado el bolsillo
tiritando de frío. Era inhumano y desmesurado el negocio establecido a costa de la muerte.
Tras la ausencia de Jenny yo había trasladado a mis padres a un apartamento en mi mismo edificio. En su anterior vivienda los pobres languidecían rodeados
de su espíritu. El pobre parecía no
querer abandonar ese lugar en el cual, después de tantos años de sufrimiento y
carencias en Cuba, recién había comenzado a disfrutar de su nueva vida. Ahora, lo que restaba de mi familia y yo vivíamos tan solo a unos pisos de distancia. Con mami salía a comprar al mercado, sacaba muchas
veces a su perro Bobby a pasear, Jesús y papi se tomaban su chatito o su café
en un bar cercano y aquello parecía aliviar en todos el terrible dolor por nuestra
perdida.
Una mañana de aquel verano del 73 recibí una
esperanzadora llamada. Un tal Jess Frank, director de cine, me ofrecía el papel
protagónico en su próxima película y solicitaba
mi presencia en su oficina al día siguiente por la mañana. Ante mi petición de
una explicación telefónica más detallada me dijo que el sueldo sería
sustancioso, el tiempo de rodaje de 20 días, y los horarios se compaginarían
con los de mi trabajo en el teatro, una paliza que estaba dispuesta a soportar. El resto quería hablarlo personalmente conmigo.
Jesús Franco |
Al serme desconocido su nombre, aquella tarde pedí a mis
compañeros de Sé infiel... referencias
sobre ese director. La información fue que su verdadero nombre era Jesús
Franco, que estaba en activo desde largo tiempo atrás , que su obra era muy irregular y de segunda o tercera
clase y que abarcaba desde el género de terror hasta el cine musical. Pero
puesto que la oferta de veinte días de trabajo era
tentadora, a la mañana siguiente estaba yo en la oficina de ese personaje tan
especial: Jess Frank.
Su pequeña
oficina, decorada con afiches de sus películas, era un fiel exponente de su
larga trayectoria. El ver en ellos
a actores de prestigio como Klauss Kinski o Christofer Lee me tranquilizó.
Franco, o Jess, como le gustaba ser llamado, resultó ser
una persona encantadora, extrovertida y surrealista. En la larga hora que duró nuestra entrevista me contó casi toda su vida; desde jovencito había
sentido un amor fu por el cine, pertenecía
a una prestigiosa familia de intelectuales, había trabajado como ayudante de
dirección de Orson Wells en Campanadas a
medianoche... Al ser un acérrimo
detractor de la dictadura franquista, en los años sesenta se había exiliado a
París, realizando allí y en Alemania infinidad de películas. Tan
extensa era su labor que los productores, para no saturar el mercado con su
nombre, habían decidido lanzar al mercado sus obras bajo distintos seudónimos. Pero eso no le importaba pues para él el cine no era un vehículo hacia la fama
si no básicamente “una cuestión de amor”. Luego, como colofón de aquel
semimonólogo, me aseguró que moriría
“con la cámara al hombro”.
Pero, las palabras que pronunció a continuación me llenaron de desazón; “ y ya que para
mí el cine es una cuestión de amor, he decidido dedicar en mis películas, de
ahora en adelante, al sexo. Quiero rodar un film centrado en
el excitante mundo del lesbianismo, “La perversa Emanuelle”, y que tú seas la
protagonista. Solo una cosa más, ¿te importaría enseñarme tus pechos?” Mis
ilusiones se fueron al suelo como un castillo de naipes azotado por el sentido de aquellas palabras. La cosa tenía gracia, la primera vez
que un director español me ofrecía una protagonista en el cine, ¡y se le había ocurrido iniciarse en el mundo casi porno
precisamente ahora y conmigo!
Como es de suponer rechacé la oferta. Varias
fueron las insistentes llamadas que recibí en días posteriores y siempre mi
respuesta fue la misma. No.
Tiempo más tarde supe que Jess Frank había rodado la
película en Francia bajo el título de Tendre
et perverse Emanuelle.
A pesar de que, como dije en un principio, aquel 1973
había sido para mí monótono, cosas importantes sucedieron en el
mundo.
Elvis Presley |
En enero Elvis Presley había llevado a cabo el primer
concierto trasmitido a todo el mundo en directo vía satélite. En Méjico se
inauguraba Televisa, la compañía de comunicaciones más grande en el mundo de habla hispana. Y en EE.UU., el presidente Richard Nixon anunciaba un
acuerdo de paz con Vietnam. ¡Al fin terminaría esa cruenta guerra que tantas
vidas había segado!
Lanusse y Franco |
Alejandro Agustín Lanusse, aún presidente de Argentina, había
visitado España, siendo aquí recibido y agasajado por Francisco Franco. Meses
después ganaría las elecciones de ese país Héctor José Campora.
El World Trade Center |
En abril se inauguraba en Nueva York el World Trade
Center, las torres gemelas que, muchos años más tarde, serían víctimas de uno
de los más crueles atentados de la historia.
Ese mismo mes, la OMS (Organización Mundial de la Salud) excluía a la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades. ¡Así que hasta 1973 la homosexualidad era considerada una enfermedad.!Increíble.
Ese mismo mes, la OMS (Organización Mundial de la Salud) excluía a la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades. ¡Así que hasta 1973 la homosexualidad era considerada una enfermedad.!Increíble.
Salvador Allende y Fidel Castro |
En septiembre, Salvador Allende, aquel que fuese gran partidario y apoyo de la dictadura castrista, sufría un golpe de estado militar. Refugiado con sus últimos colaboradores en el Palacio de la Moneda, decidió poner fin a su vida antes que rendirse. Y en Argentina, por las mismas fechas, Juan Domingo Perón era elegido presidente.
Pero lo más trascendente para España, algo que marcaría
el futuro de este país, sucedió en el mes de diciembre. La banda terrorista ETA
asesinaba al presidente del gobierno Luis Carrero Blanco. Aquel magnicidio tuvo
tal repercusión, despertó tan diversos sentimientos y ocasionó tales cambios
políticos posteriores que merece ser relatado mucho más ampliamente. Cosa que
haré en el próximo capítulo.
Necrológicas.
Mi amigo Rey González me acaba de enviar desde Bulgaria la noticia de la muerte en Caracas del gran Joaquín Riviera y se me ha encogido el corazón. ¡Cuantos recuerdos de aquella mi vida en Cuba ligados a ese nombre! El Tropicana, el Salón Rojo del Capri, el Internacional de Varadero fueron algunos de los testigos de su gran imaginación y buen hacer. Poco puedo añadir al magnífico reportaje que Arturo Arias Polo ha publicado en el Nuevo Herald de Miami. Leedlo. Merece la pena. Que en paz descanse ese gran artista, creador de tantos mundos de ilusión, Joaquín Riviera.
Jesús Franco, el director cinematográfico del que hablo en este capítulo, falleció a principios de este mes de abril en Málaga. No pudo cumplir su sueño de "morir con la cámara al hombro" pero en el 2009 había recibido el Goya de Honor por su extensa carrera y se fue con la satisfacción de que Quitin Tarantino declarase que era fiel seguidor y admirador de sus películas.
Necrológicas.
Mi amigo Rey González me acaba de enviar desde Bulgaria la noticia de la muerte en Caracas del gran Joaquín Riviera y se me ha encogido el corazón. ¡Cuantos recuerdos de aquella mi vida en Cuba ligados a ese nombre! El Tropicana, el Salón Rojo del Capri, el Internacional de Varadero fueron algunos de los testigos de su gran imaginación y buen hacer. Poco puedo añadir al magnífico reportaje que Arturo Arias Polo ha publicado en el Nuevo Herald de Miami. Leedlo. Merece la pena. Que en paz descanse ese gran artista, creador de tantos mundos de ilusión, Joaquín Riviera.
Jesús Franco, el director cinematográfico del que hablo en este capítulo, falleció a principios de este mes de abril en Málaga. No pudo cumplir su sueño de "morir con la cámara al hombro" pero en el 2009 había recibido el Goya de Honor por su extensa carrera y se fue con la satisfacción de que Quitin Tarantino declarase que era fiel seguidor y admirador de sus películas.
Próximo Capítulo :España se convulsiona.
Querida Yolanda, continúo leyendo con tantísima atención la historia de vida, no solo por lo interesante que es, sino porque es un goce leerte.
ResponderEliminarHoy me has recordado además al gran Joaquín Riviera, con quien trabajó mi madre tantas veces. Que su almna descanse en paz. Te abrazo