Foto Jesús Alcántara |
Siempre que he de contar alguna experiencia negativa
con un compañero o compañera de
profesión, la pantalla de mi ordenador se desdibuja ante mis ojos, el teclado se
rebela bajo mis dedos como intentando disuadirme. Pero debo luchar contra mi renuencia, ya que mi propósito ha sido siempre haceros partícipes,
queridos lectores, de mis más
significativas vivencias. Buenas o malas.
Son muchas, muchísimas las maravillosas personas con las que me he
topado en esta profesión. Y de ellas he hablado sin escatimar halagos. He vivido
momentos gloriosos sobre un escenario y aunque algunos lo han sido menos, en
ningún caso, en ninguno, un conjunto de hechos se habían aliado para hacer que
mi trabajo sobre las tablas se convirtiese en lo más parecido a un infierno. Parecía
que el accidente de Elisenda Ribas hubiese hecho caer sobre Hay motín, compañeras una maldición cuyo punto álgido estuviese
asentado sobre mi cabeza.
Yo, Alfredo Alba, Gemma Cuervo y A. Soriano |
Desde el mismo momento en que reiniciamos los
ensayos, el peso de la tragedia vivida, la inseguridad sobre la supervivencia
de nuestra compañera, que continuaba en la UCI en estado crítico, nos sumía en
una brumosa sensación de angustia, alimentada aun más por los dramáticos textos
sobre los que cada día debíamos trabajar, es decir las tristes historias de
aquellas reclusas. Sin duda todo colaboró en crear el mal ambiente que reinaba desde el primer día.
Pero como se suele decir sabiamente, “comencemos por
el comienzo”.
La mañana en la que Ángel García Moreno, nuestro
director y productor, nos citó a Eva, Elena, Elisenda, Pepa, Elvira, Alfredo, Ana y a mí para tener nuestra primera reunión de compañía, tras los abrazos y saludos de
rigor, nos dimos cuenta de que faltaba la que creíamos sería nuestra primera
actriz: la encantadora María Luisa Merlo.
Alberto Miralles |
Todos pensábamos que para ella sería
ese papel de vanidosa y superficial periodista de la prensa amarilla que tan
bien había dibujado el autor Alberto Miralles, así que las palabras de Ángel nos
dejaron de piedra: María Luisa no estaría con nosotros porque le había salido
una importante serie en televisión, algo que ningún actor puede darse el lujo de rechazar. En su
lugar vendría Gemma Cuervo, una mujer con un gran currículo pero a la que
últimamente no se veía ni en la pantalla ni sobre los escenarios. Entonces nuestro director nos informó del
porqué de esas ausencias. “Gemma está pasando por un momento muy malo. Su
separación de Fernando Guillén, su marido y compañero teatral durante tantos
años, la ha desquiciado hasta tal punto que se ha vuelto conflictiva y la gente
de la profesión prefiere prescindir de ella. Como es mi amiga desde hace años, he decidido darle esta
oportunidad de demostrar al público y a los empresarios que aún está en forma. Solo os suplico que tengáis paciencia, mimándola y apoyándola en todo lo posible
para que recobre la seguridad en sí misma”. Aquello conmovía pero también
asustaba bastante. Estar obligados a tener una condescendencia excesiva con un
compañero, aparte de la lucha que entrañaba trabajar nuestros áridos textos en el escaso mes que tendríamos de ensayos, nos parecía una labor demasiado ardua. Pero
como es natural, acatamos las órdenes del director. Mis amigas Eva, Elena,
Pepa, Elisenda y yo estábamos seguras de que nuestra piña podría superar cualquier exagerado divismo o cualquier salida de
tono de la actriz.
Yo, Elvira Travesi, Gemma Cuervo y Karola Eskarola |
Siendo los papeles de Gemma y el mío igual de protagónicos, durante esas agudas controversias que nuestros personajes
sostenían, en las cuales el autor dejaba clara la superficialidad de la
periodista y la acre pero profunda filosofía de la presa, estaba marcado que yo
fuese la parte dominante y ella acabase siendo la dominada. Pero, como si ni
siquiera se hubiese leído la obra, la diva se negaba a aceptar esas posiciones.
Continuamente interrumpía nuestros diálogos pretextando que se sentía incómoda,
llegando un día a decirle al director, ante toda la compañía, que no podía
tolerar que yo la agrediera de esa manera. Es decir, YO, no mi personaje. Todos
intentamos, convencerla de que su enemiga no
era Yolanda Farr sino el personaje que interpretaba. No había manera de
hacérselo entender. Hasta que un día durante el ensayo aseguró, a gritos descompuestos, en un absurdo brote de histeria, que
no estaba dispuesta a trabajar con alguien que la humillaba en escena. Ese
desvarío ya me resultó imposible de tolerar y anuncié que me despedía de inmediato. Aquello fue la hecatombe. Ángel me
suplicaba entre sollozos que cambiase de opinión, alegando que él estaba
encantado con mi trabajo, y además que a esas alturas sería imposible sustituirme.
Karola Eskarola, Eva Higueras, yo y Pepa Sarsa |
Las compañeras me intentaban
calmar recordándome las palabras de advertencia de García Moreno el día de
nuestra primera reunión. Alegaban que si
yo me iba ellas harían lo mismo y que perderían el trabajo y el esfuerzo
invertido hasta el momento. En fin que entre todos lograron domeñar mi amor
propio y me rendí. Continuaría con Hay motín soportando la tortura a la que el injusto y desordenado comportamiento de Gemma me
sometía. Como comprenderéis, ese ensayo se suspendió y todos marchamos por
nuestro lado con la aguda desazón que esos altercados suelen dejar en el alma.
Karola Eskarola y yo |
Pero aquella noche recibí una llamada sorprendente.
Mi “enconada enemiga” me pedía perdón por su comportamiento. Con
voz acongojada me aseguró que estaba pasando por una etapa de descontrol y de
depresión que le obnubilaba el juicio, que estimaba en mucho mi trabajo y llegó
a confesarme que, en algunas ocasiones, había recurrido al viejo truco de cortar una escena utilizándome de pretexto porque en realidad lo que le sucedía era que no recordaba sus lineas. Al
parecer, debido a su estado, no lograba retener en su memoria los textos. Mi respuesta fue que pasáramos página intentando, de ese momento en
adelante, tener bien claras las diferencias entre mi furioso personaje y
Yolanda Farr, su compañera y admiradora. Sus confesiones y excusas me habían
conmovido.
Y así, entre conatos de agresividad, que al parecer
le resultaban imposibles de contener, y posteriores disculpas, llegamos al
estreno de Hay motín, compañeras en
el Teatro Fígaro. Esto sucedía a principios de junio. A pesar de excelentes
críticas para pieza y autor, buenas para toda la compañía y tal vez las
mejores de mi vida para mi trabajo el
público rechazó de plano un tema tan árido y nos negó su apoyo.
No puedo quitarme de la cabeza que algo maléfico se
cernió sobre la obra desde el principio, arrebatándoles su gran oportunidad a
unos textos y a un tema que merecían mucha mejor fortuna, y privando a los
actores del disfrute de una buena labor y de un largo tiempo de trabajo.
Para terminar esta narración os contaré que Gemma
jamás llegó a aprenderse los diálogos y que todos nos dedicábamos cada día a
sacarla de los “jardines” en los que se metía. Así fue hasta la última representación. Sin duda en algún momento posterior la
Cuervo salió del oscuro pozo en el que se encontraba pues. cuando le otorgaron un papel de continuidad en una serie televisiva. lo realizó con gran eficiencia y eso reverdeció sus laureles. De lo cual con
toda sinceridad me alegré.
No sé qué
recordará ella de aquella infortunada experiencia en Hay motín, pero por desgracia yo nunca podré olvidar qué convirtió
mi mayor placer, la actuación, en una
diaria tortura.
Para calmar a alguno de sus admiradores a quien mis
palabras puedan ofender he de repetir que mi única intención en este blog es contar
anécdotas de mi vida y que cada una de mis historias es hija legítima de una
experiencia puntual. Y sobre todo no olvidemos la gran verdad que se esconde
tras el famoso dicho “cada cual habla de la feria según le va en ella”.
ADJUNTO.
El príncipe Felipe y su padre el Rey Don Juan Carlos I |
España está de nuevo en ebullición.
El partido de Izquierda Unida, tiene convocada una
manifestación oficial en Madrid para exigir un referéndum en el cual la ciudadanía
opine sobre el Modelo de Jefatura del Estado que desea seguir.
Aunque los dos grandes partidos. PP, Partido
Popular y PSOE, Partido Socialista
Obrero Español, aseguran apoyar el cambio y piden que sea sin “revuelta ni
rebelión”, otros como el catalán Esquerra Republicana, que sigue reclamando la
independencia, y el partido Nacionalista Vasco, que ha anunciado abstenerse en
opinar sobre el relevo, revuelven las
aguas con objeciones a la continuidad en España de nuestra Monarquía
Parlamentaria.
Pablo Iglesias |
Este personaje, profesor universitario y de gran popularidad, ha
llegado a crear "palabros" como “empoderamiento”, y giros como “casta”, en
referencia al régimen y a un sector conservador o elitista de la población, que han calado en un pueblo seguidor de sus discursos en
un principio callejeros y ahora televisivos. Su intención es levantar al pueblo
en contra de lo establecido, siguiendo el estilo de sus referentes políticos
como Hugo Chávez y Fidel Castro. Confieso que ese hombre, con su poder de
instigar a las masas, me asusta.
Prometer al proletariado la solución de todos sus problemas me parece una
falacia demasiado tentadora para muchos cándidos oídos.
Como en mi adolescencia tuve la dudosa suerte de
vivir una situación semejante en Cuba, los “brillantes oradores”, los “hacedores de milagros”, es decir, los
demagogos me aterran. En fin, veremos cómo
reacciona el país ante esta coyuntura altamente conflictiva.
Próximo capítulo. "Hogar, dulce hogar".
Respecto a Gemma, tuvo lugar que ser insoportable. Bastante hicisteis por ella, sacándola de jardines, olvidos e histerias. En fin, todos tenemos altibajos.
ResponderEliminarEn referencia a Pablo Iglesias, a mí no me gusta su discurso ambiguo, patriota pero independentista según le interesa. Incluso conciliador con lo inconciliable: Chávez, Castro, el terrorismo, etc. Ahora bien, yo creo que no hay que tener miedo a un demócrata, y Pablo Iglesias lo es más que Rajoy, Sánchez y otros. A mí me da más grima la corrupción del PP, PSOE y CiU. Esos si que asustan.
Y gracias de nuevo por compartir con los profanos las interioridades de tu bello arte y profesión.
Emilio
Confieso, Emilio, que todo lo que se refiere a la política, o mejor dicho a los políticos, me da grima. Demasiados fraudes he visto y desilusiones sufrido, Pero el caso de Iglesias me toca de una manera especial pues me recuerda demasiado a un personaje que rompió mi corazón y el de muchísimos miles de personas que creímos ciegamente en él y sus promesas: Fidel Castro. Perdóname que prefiera "malo conocido que peor por conocer". No me fío nada en alguien que promete al pueblo cosas
Eliminarinviables. Pero sobre todo, y de corazón, gracias por compartir conmigo tus opiniones.
Lo entiendo perfectamente, Yolanda: experiencias pasadas nos ponen en guardia frente a experiencias futuras. Pero creo que por mucho que vocifere un político, sabe que, si adopta posturas caducas y anacrónicas, su carrera política no pasará de posibilismo utópico. Por tanto se descafeinará su discurso, sin duda.
ResponderEliminarGracias por estar en desacuerd de una manera tan franca y cordial.
Un abrazo. Emilio.