Primera parte
(23 de febrero de 1981. Los
preliminares)
Foto Jesús Alcántara |
Creo que la mayoría del pueblo español tardó horas en aquilatar la gravedad de lo que estaba ocurriendo. El maitre nos iba pasando la información obtenida a través de una radio que había en la cocina. Así nos enteramos de que la cosa tenía todos los visos de ser un golpe de estado. Y aquello era muy inquietante. Por lo tanto el grupo se disolvió y cada cual se fue a su casa con intención seguir los acontecimientos por los medios informativos. Al parecer el futuro de España se estaba jugando en esos momentos. Aunque parezca increíble, las calles de Madrid estaban tranquilas, tal vez demasiado tranquilas, sumidas en ese estado de paz que suele preceder a los grandes acontecimientos. Hasta el metro de la ciudad funcionaba con toda normalidad. Una vez llegados a nuestro hogar, Jesús, mi madre y yo, como la inmensa mayoría de los españoles, pasamos aquella noche en vela, sentados con avidez frente a un televisor que hasta las 10 de la noche, cuando el director de los informativos de TVE Iñaki Gabilondo dio el primer parte oficial, tan solo emitía música militar sobre la carta de ajuste. Únicamente la cadena radiofónica Ser nos trasmitía la poca información de la que se disponía fuera del Congreso. De ahí que esa noche sea conocida como “la noche de los transistores”. Ante aquella aterradora desinformación solo se podía rogar para que la intentona fracasara y nadie nos robara esa democracia que estábamos comenzando a disfrutar.
Segunda parte.
(Dentro del hemiciclo)Tejero en la tribuna. La foto más emblemática del golpe de estado |
A las 6 y 22 de la tarde del 23 de febrero de ese 1981, irrumpía en el abarrotado Hemiciclo del Congreso de los Diputados de Madrid, ante el total desconcierto de las personas allí reunidas, un grupo de guardias civiles armados con subfusiles y al mando del teniente coronel Antonio Tejero. La primera acción del individuo fue dirigirse a la tribuna, pistola en mano, y desde allí lanzar un grito de “¡Quieto todo el mundo!” seguido de un “¡Al suelo!” que incrementó el desconcierto de la asamblea.
Gutiérrez Mellado de espaldas, zarandeado, y de pie a la izquierda Adolfo Suárez, intentando ayudarle |
"¡Todo el mundo al suelo!", a excepción de Suarez, sentado en primera fila y Gutiérrez Mellado, de traje negro y erguido entre los asaltantes |
El grito de “¡todo el mundo al suelo!” que siguió a ese gran descontrol fue, como es de suponer, esta vez obedecido. Pero no por la totalidad de los presentes. Tres hombres se negaron a aceptar esa humillación. El aún presidente del gobierno Adolfo Suárez, que con valentía había intentado defender a su compañero mientras estaba siendo agredido, el líder del recientemente legalizado Partido Comunista, Santiago Carrillo y el propio Gutiérrez Mellado. Esos tres hombres siguieron con toda dignidad en pie y ajenos a las amenazas.
Pero, en el suelo, hubieron de permanecer el resto de los congresistas por largo tiempo, sumidos en un tenso silencio, mientras guardias
civiles subían y bajaban por las
escaleras que conducen a los escaños, empuñando sus fusiles, vigilando no se
sabe qué, pues es archi conocido que nadie puede entrar en el
Congreso llevando arma alguna. Minutos más tarde, minutos que a ellos debieron
parecerles horas, se les comunicó que estaban esperando a un alto mando del
ejército con información detallada sobre lo que estaba sucediendo. Pero el anunciado militar no llegaba. (De hecho, nunca llegó). Poco a poco las cabezas de los
diputados fueron asomando tras los respaldos de los sillones. En un momento determinado, supongo que harto de
tanta agresiva arbitrariedad, la voz de Adolfo Suárez se alzó exigiendo que aquello
terminase, gesto apoyado por otros diputados.
Ese hecho aportó a la historia la más famosa y triste frase pronunciada
durante aquel suceso, algo que definía
el talante de Tejero y sus golpistas: “¡Se sienten, coño!”. Es innumerable el
número de viñetas, chistes y parodias que se han hecho basándose en ella, hasta
llegar a convertirse, a nivel del pueblo, en lo más identificativo de aquel
chapucero intento de golpe de estado.
Los asaltantes ignoraban que
dos cámaras, colocadas en el último piso del hemiciclo, estaban grabando todo
lo que acontecía. Durante 35 minutos, hasta que fueron descubiertas y
destruidas, las imágenes se trasmitieron a los estudios centrales de TVE, y lograron ser ocultadas y así salvadas para la
posteridad antes de que, a las 7 y media de la misma tarde, un grupo de
soldados tomaran las instalaciones de Radio Nacional y de TVE. (Esa grabación,
el mejor testimonio de aquel grave incidente, está en Youtube a disposición de
todo el que desee verlo).
Santiago Carrillo, Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado |
Tercera parte.
(El porqué).
Varios fueron los factores que
generaron un malestar creciente entre gran parte de los militares: el partido comunista
había sido legalizado, para irritación del sector más conservador de los
españoles, y el gobierno de UCD, Unión
de Centro Democrático, no logró durante
su mandato solucionar los problemas de la crisis económica, viéndose obligado a
dimitir su líder y presidente del gobierno, Adolfo Suárez. También había grandes dificultades para articular una
nueva organización del Estado ya que, tras la muerte del dictador Franco su
gran eslogan “España, una, grande y libre” había empezado a perder valor. Por otra
parte las acciones de ETA, el grupo terrorista vasco, se incrementaban y ciertas facciones del gobierno, que no
aceptaban un sistema democrático, presionaban hacia un regreso al regazo de
la ultraderecha.
Los golpistas, Antonio Tejero, Alfonso Armada y Jaime Miláns del Bosch |
Tanques por las calles de Valencia |
Dos horas después de la burda toma del Congreso de los Diputados, éste último declararía el estado de excepción en dicha ciudad, lanzando a la calle 1800 efectivos y 40 tanques que durante casi un día entero recorrieron la ciudad, sembrando el desconcierto y el pánico. Hay que decir que, pese a las llamadas efectuadas por Miláns de Bosch en petición de apoyo, la inmensa mayoría de los mandos militares españoles se negaron a cooperar.
El día 24 de febrero, cuando la normalidad estaba restaurada, se supo que, en un principio, varios tanques habían entrado en Madrid por la Castellana, pero que el avance se había suspendido de súbito y la retirada efectuada de inmediato.
El discurso del Rey Juan Carlos |
Esto sucedió mucho antes de que, a la 1 de la madrugada, el Rey Don Juan Carlos, con su uniforme de Capitán General de los Ejércitos, hiciera su primera declaración televisada instando a la calma, asegurando su rechazo a cualquier acto que atentase contra la constitución y condenando con rotundidad aquella intentona. Es decir, dejando claro que no iba a apoyar en ningún momento a los golpistas. Aquello tiró por los suelos el plan de ese endeble golpe de estado. Dicen las malas lenguas que el Rey estaba enterado de todo con anterioridad, que, si bien mientras se gestaba no hizo nada por evitarlo, temiendo por su monarquía, había decidido en último momento desvincularse de todo eso ante el pueblo. Dicen las malas lenguas. ¡Cualquiera sabe!
Guardias civiles intentando escabullirse |
El hecho fue que, tras sus declaraciones, el tinglado se vino abajo y la parte progresista de la población española pudo respirar con tranquilidad. Es muy posible que los golpistas confiaran en un apoyo de la Corona que no tuvieron. A la mañana siguiente Miláns del Bosch retiraba las tropas de las calles de Valencia y en el Congreso, los diputados retenidos durante esas largas y angustiosas horas eran puestos en libertad. Tejero fue arrestado y condenado a 30 años por delito de rebelión militar, de los que cumplió 15. Miláns del Bosch y Armada tuvieron la misma condena pero el primero tan solo pasó 8 en prisión y el segundo 5, ambos por “motivos humanitarios”. En cuanto a los guardias civiles acompañantes de Tejero, nunca se supo qué fue de ellos, pero en este capítulo incluyo una divertida foto en la que se ve a varios intentado escaquearse por una ventana del Congreso la mañana del gran fracaso.
Hasta aquí la sucinta
crónica de un suceso que pudo cambiar de forma drástica la historia de España.
Por fortuna, como todos sabéis, la
democracia aún pervive en este
país mío, con todo lo bueno y malo que eso conlleva. Mi querido padre decía
que la democracia era el “menos malo de todos los sistemas”. Y yo estoy de
acuerdo.
La próxima semana volveremos
a cotillear por el mundo de la farándula. ¡Hasta entonces!
La democracia es "el menos malo de todos los sistemas"... exceptuando todos los demás, claro.
ResponderEliminarLa democracia y los partidos políticos son el cáncer de España.
¡¡¡ VIVA TEJERO, COÑO !!!
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