Interior del Casablanca. 1933 |
En 1933 se construyó en
Madrid un local de inspiración hollywoodense al que pusieron de nombre Casablanca, situado en la Plaza del Rey, es decir en el mismo centro de Madrid y frente al
famoso Circo Teatro de Price. Contaba con todos los lujos y modernidades que
soñar pudiera un ciudadano del Madrid de aquellos años. Adornaban su interior una fuente con chorros de agua que cambiaban de colores, árboles y
plantas vivas situadas entre dos de las paredes que flanqueaban el local y que, al estar
acristaladas, hacían las veces de invernaderos, un amplio espacio para la
indispensable orquesta de la época, un escenario giratorio y, oh, maravilla, un techo cuya cubierta metálica podía
deslizarse sobre vigas de hormigón, dejando al descubierto el
entonces aún límpido cielo madrileño.
Foto Cotarelo |
Cielo bajo el cual la España republicana de aquel año, había sufrido un importante golpe. En las elecciones generales para las cortes celebradas en el mes de noviembre del 33 los republicanos de izquierda, encabezados por Manuel Azaña, recibían un fuerte varapalo a mano de las derechas. Se comentaba que el voto de las mujeres, que participaban en este país por PRIMERA VEZ en el sufragio universal, había tenido mucho que ver con ese hecho, alegando que el sector femenino de la sociedad estaba muy influenciado, y hasta manejado, por la Iglesia Católica.
Pero en medio de esa
situación de cambio la clase alta de la Villa y
Corte, pletórica con el triunfo, abarrotaba el Casablanca. Concebido en
sus inicios como Dancing y Salón de
Té los asistentes disfrutaban de lujo, comodidad y sosiego, regalados sus oídos con el canto de pájaros y
el murmullo del mar que brotaba de los altavoces.
Supongo que con el tiempo y
el deterioro moral de la sociedad, aquello se fue convirtiendo, poco a poco, en
un cabaret a la clásica usanza, pues casi nada quedaba ya de esa sofisticación cuando,
en 1975, Alberto de las Heras y Juan José Alonso Millán me propusieron ser la
estrella de El Decamerón. Alberto,
joven y entusiasta empresario, se había hecho cargo del local que llevaba una
larga temporada en declive. Cambiándole
el nombre por el de Verona intentaba
revitalizarlo como music-hall, para
lo que recurrió a Alonso Millán, el
autor que hacía furor con sus textos en el restaurante-espectáculo La Fontana,
es decir, en el lugar donde yo llevaba ya unos meses trabajando. Fue el mismo
Juanjo quien me propuso el traslado, y haciendo honor a mi condición de “donna mobile”
acepté de inmediato.
El espectáculo, basado en las
historias que Giovanni Bocaccio recopilara para El Decamerón, estaba concebido con el mismo sistema que tanto éxito
cosechaba el mencionado autor en La Fontana; sketches con números musicales insertados. Pero a pesar del buen reparto, de la
ingeniosa adaptación de los textos, de la coreografía de Alberto Masulli, de la
estupenda música de José Ramón Aguirre y de la dirección de Ángel Fernández
Montesinos, todo “primera clase”, Casablanca-Verona resultó un muerto imposible
de resucitar. Demasiado grande, demasiado costoso el mantenimiento, demasiado
remiso el público a explorar lugares nuevos y hasta a abandonar la seguridad de
sus hogares. El reciente asesinato de
Carrero Blanco, del que he hablado en mi Instantánea 74, había dejado unos residuos de temor e
inseguridad en la ciudadanía que mermaba
los ingresos de cines, clubes y restaurantes, en fin, de todo lo que constituía
la vida nocturna de Madrid.
Poco duró ese Decamerón pero fue abundante en
satisfacciones y, sobre todo, abono
para una cosecha de amigos inmejorable; Francisco Cecilio, Raul Sender, Tomás Picó y Salvador Vives. Estupendos actores.
La última noche de
representación, Alberto de las Heras, entristecido a causa de lo infructuoso de
su lucha por salvar aquella parte de la historia de Madrid que había sido
Casablanca, pero como siempre amable con sus artistas, nos subió a
la balconada que bordeaba gran parte del escenario y, tras ofrecernos una copa, nos hizo un regalo insospechado y bellísimo;
mandó apagar todas las luces y abrir el techo de la sala. Entonces pudimos
disfrutar de un festín de estrellas que, por suerte, esa
noche resplandecían sobre nuestras cabezas, deslumbrando
nuestros ojos y nuestras almas. Hermosa despedida
puesto que ese techo llevaba años sin ser descorrido. Y lo fue en nuestro honor y
por última vez. Tras aquella velada, Casablanca-Verona cerró sus puertas como
cabaret para siempre. (Meses más tarde se convirtió en sede del Banco
Santander. ¡Señor!)
Cuando poco después de
aquella hermosa noche de despedidas y descubrimientos, el director y actor Adrián Ortega se puso en
contacto conmigo para ofrecerme participar en la obra Camas Separadas no me causó sorpresa alguna. Raúl Sénder, me había
llamado comentándome que estaba contratado y que había dado mi nombre para uno
de los cuatro únicos papeles que componían el reparto de esa obra de Enrique
Bariego. Los otros dos serían Juan José Otegui y Sila Montenegro.
Teatro Arniches en la actualidad |
Mi entrada, la primera
mañana de ensayo, en aquel pequeño teatro Arniches me impactó. Aunque
ubicado en la céntrica calle Cedaceros jamás me había fijado en la especial
arquitectura del edificio ni pude acudir a las importantes funciones
representadas en él recientemente. Ya se sabe que quien trabaja en el teatro
como actor, a causa de los horarios paralelos, está imposibilitado de asistir como espectador.
El asunto es que, al penetrar
en la sala encendida, quedé deslumbrada y sorprendida por sus paredes cubiertas, desde
el suelo hasta el techo, de hermosísimos azulejos, cerámica
que reconocí como talaverana. Más tarde supe que
la historia de aquel edificio era larga y algo rocambolesca.
En 1907 había surgido como el
primer “local de entretenimiento” de la época; el Salón Madrid. No tengo documentación precisa sobre el tipo
de “entretenimiento” que se brindaba
pero es fácil suponer que no estaba dedicado al juego de la petanca o
del pachis. Llegado el 1927 se convirtió en el primer teatro sólido de Madrid
bajo el nombre de Rey Alfonso, transformándose después en un
cabaret. Y aquí es donde comienzan las especulaciones, los rumores sin
confirmar que rodean de misterio a aquel local. Se comenta que
el Rey Alfonso XIII jugó un papel protagonista en las actividades del lugar. Parece ser que, al tiempo que en el escenario se hacían
representaciones estándar para el público normal, actos lúdicos y de
libertinaje tenían lugar en los pisos segundo y tercero del inmueble. Por supuesto
estas “fiestas” se llevaban a cabo en el más riguroso secreto, con una
selectísima concurrencia y se barajaba el nombre de una actriz de la época, Carmen Ruiz Moraga, como acompañante del rey en sus visitas al lugar.
Alfonso XIII |
Este soberano español que a
la edad de 16 años, en 1902, había asumido la corona tuvo un reinado convulso y
fue un personaje controvertido. En un principio ejerció sus funciones
gubernamentales con eficacia, incluso con aperturismo pero, a consecuencia del
apoyo que había prestado años atrás al golpe de estado del General Primo de
Rivera, en el año 31, tras tres atentados y haber perdido la confianza de los
políticos y del pueblo, abandonó España dando lugar a la instauración de la
Segunda República. Por cierto, me estoy refiriendo al abuelo de nuestro actual
rey Juan Carlos I. Pero no es mi intención extenderme en
detalles sobre esa pretérita historia política de España.
La cuestión es que el
local-teatro-cabaret, o lo que fuese en tiempos pasados, permaneció cerrado
durante muchos años hasta que, en 1965, se reabrió como teatro con
el nombre de Arniches. Pero algún imperecedero efluvio de bacanales y desmadres
debía flotar entre aquellas paredes ya que tan solo los vodeviles
y comedias frívolas tuvieron éxito allí, llegando a convertirse, tras ser definitivamente
abandonado como teatro en 1976, primero en cine, con el nombre de Bogart, y, durante sus últimos meses de existencia, en cine porno.
En cuanto a la tarea en que
yo estaba embarcada, la pieza cómica Camas
Separadas de Bariego, se convirtió en uno de esos extraños
milagros teatrales. Con un texto insulso y unas situaciones traídas por los
pelos, todos durante los ensayos, director incluido, considerábamos que lo que
teníamos entre manos era un estrepitoso fracaso. Pero una tarde, con la función
ya puesta en pie, desde el patio de butacas el autor nos dedicó este
sorprendente “mea culpa”; “chicos, esto que he escrito es una tontería sin
gracia alguna. Echadme una mano con los diálogos, incorporad o quitad lo que
queráis a ver si logramos salvarnos del desastre”. Y aquellas fueron palabras
santas. Raúl Sender y Juanjo Otegui, acostumbrados sobradamente al vodevil y al
café teatro, comenzaron a insertar “morcillas” llenas de doble sentido que yo seguía
y hasta alimentaba con una facilidad que me sorprendía.
El cuarto personaje, Sila Montenegro, una exuberante vedette puertorriqueña, no tenía nuestra agilidad para las improvisaciones, pero tampoco era necesario. Su espectacular físico y la gracia de sus movimientos justificaban de sobra su permanencia en el escenario. El resultado final fue alucinante; el día del estreno, para nuestra sorpresa, el público reía nuestras “morcillas” entusiasmado y babeaba ante los opíparos senos y la encantadora sonrisa de Sila. Síntesis; logramos cubrir con éxito esa temporada en el Arniches e incluso, un tiempo más tarde, "a petición del público" hubimos de reponer la función en el Teatro Arlequín con el mismo reparto y el sentido agradecimiento de Enrique Bariego al que estábamos proporcionando unos pingües beneficios en derechos de autor.
Necrológica.
Constantino Romero |
En este mes de mayo, el
estupendo doblador, presentador de TVE y actor Constantino Romero ha fallecido
a la edad de 65 años. Durante muchos años fue la voz en España de Clint
Eastwood, Sean Connery, Roger Moore o Kirk Douglas, en fin, cada vez que se
necesitase doblar a un duro con clase se recurría a él. Era uno de esos actores
que hacía tolerable las versiones dobladas que tanto me molestaban en un
principio y que son obligatorias en este país. Solo hay una cosa segura; si
Dios necesita en algún momento una voz que lo represente en la tierra la de
Constantino, cálida y profunda, será la perfecta.
Próximo capítulo. Dos
adioses entre la desesperación y la esperanza.
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