Mi primer retrato profesional en Madrid |
Después del gran
pinchazo sufrido con Matías Colsada y su "revista musical" mi
necesidad de apoyo y comunicación me llevó de nuevo a casa de
los Ortega. Allí fui recibida por Doña Rosa, con esa dulzura que la caracterizaba.
En esta ocasión estaba sola y tuvimos oportunidad de hablar más larga e
íntimamente. El marido estaba atendiendo su consulta de dentista y la hija, Enriqueta,
estaba ausente. Fueron, en un principio,
momentos de una gran ternura. Mientras le contaba a aquella buena mujer mi
nuevo fracaso, las lágrimas corrían por mis mejillas y ella me
sostenía en sus brazos con gesto maternal. Y entonces fue cuando pronunció las
palabras que me abrieron los ojos a la situación que estaba viviendo y a la inseguridad
de mi futuro inmediato. “Cariño, alégrate de que te rechazaran para la revista.
Nos tenías a todos asustados, pues ese es un género muy mal visto y las
vedettes son mujeres de mala reputación. Con todo el afecto que siento por ti voy
a darte un consejo; reconsidera tu actitud y acepta alguna de las proposiciones
de trabajo que se te han brindado. En tus condiciones no debes rechazarlas. Oscarito teme que tu intención sea depender económicamente de la familia de forma indefinida y amenaza con comunicar su
opinión a tus tíos. Como ellos confían en su juicio, puedes encontrarte
ante un grave problema. ” ¡Así que esa era la mentalidad ultra conservadora de mi familia y adláteres! Aquello
me hizo sentir como si la soga que rodeaba
mi cuello, desde que tomé la decisión de abandonar Cuba, se estrechara hasta
límites insoportables.
Una vez en la
oscuridad de mi habitación llegué a pensar que el destino me estaba haciendo la
malvada jugarreta de despojarme de todo lo que amaba, mi familia,
mis amigos, mi querida isla y, también ahora de mi profesión. Y
estaba ya casi decidida a darme por vencida,
a no entablar una lucha inútil con los Hados cuando tuve de nuevo una
demostración de que los milagros existían. Oí unos nudillos llamando a la puerta y una voz que decía, “Yolanda, tienes una llamada de
Cuba”.
No sé como lo
lograron, pues comunicarse desde la isla hacia el exterior era casi imposible, pero, de pronto, en mi oído estaba resonando el dulce acento gallego
de mi adorado padre. Ni siquiera voy a intentar describir aquel momento. No
encontraría jamás palabras con suficiente enjundia. El caso es que,
cuando al fin logramos ambos dominar nuestra emoción pasé a narrarle los
últimos acontecimientos, mi fracaso con Colsada y las recientes palabras de Doña Rosa. En ese momento mi
padre estalló en una cólera de la que nunca lo hubiera considerado capaz. ¿Cómo era
posible que, a escaso un mes de mi llegada, Olimpia me pudiera presionar de esa
manera, sobre todo siendo la situación de ellos en Costa Rica más que
desahogada? ¿Acaso olvidaba los sacrificios y esfuerzos por los que él había pasado para poder traer
a Cuba a las tres hermanas y a la madre? ¿No recordaba el ahínco con que el
jovencísimo Arsenio logró dar estudios a cada una de las
tres, Mercedes, Carmen y Olimpia, así como un hogar confortable y hasta un buen estatus
social? Que ni se me ocurriera abandonar mi carrera, dijo. Que
en mis genes estaba el teatro y que renegar de eso sería como hacerlo de mí
misma y de mis ancestros. Me afirmó que escribiría a su hermana explicándole todo
esto y exigiendo, si fuese necesario, una retribución justa por todo lo que él
había hecho por la familia. Y entonces, los diabólicos geniecillos de la
telefonía, decidieron cortar la comunicación, dejándonos a ambos el amargo
regusto de la frustración pero a mí, al mismo tiempo, el impulso para seguir,
pasase lo que pasase, buscando mi lugar en el mundo del espectáculo español.
Así que ocupé los días siguientes en ir de teatro en teatro con mi consabido álbum de recortes, ya mareado el pobre de tanto ir y venir, rogando
porque a alguien no le importara tanto mi seseo como al señor Tamayo o mi delgadez como al señor Colsada. Pero los
locales que visité estaban en plena temporada y con obras de éxito. En ellos no
había manera de introducirse. Mi intención de establecer contacto con los directores resultaba vana pues nadie le
facilitaba sus direcciones o teléfonos a una desconocida. Así pasaba el tiempo y, para mi angustia, nada lograba.
Fachadas de los Teatros María Guerrero y Español |
Tan solo mis
reuniones en Quique con Ramón y Jesús
aliviaban mi desesperación. Con el contacto diario llegué a apreciar al joven
andaluz que había surgido en mi vida y con la proximidad física empecé a notar que mi aletargada sexualidad se
despertaba. Y así comenzamos un flirteo que acabó convirtiéndose en lo que en
España llamamos “magreo”. Es decir, lo
más lejos que una chica decente podía llegar con un chico: besuqueos y tímidas
tocaciones.
Una mañana Jesús se ofreció a llevarme al gran Parque del
Retiro. Aquel hermosísimo lugar que junto con La Casa de Campo eran los dos
pulmones de Madrid.
Nuestra romántica ruta por El Retiro |
El lago frente al Palacio de Cristal |
Ella Fitzgerald y Sammy Davis Jr. |
Pero la cuestión
era que, sin yo saberlo, la vida muy pronto me iba a dar el empujón definitivo.
Bueno, he de admitir que un empujón demasiado brusco.
NECROLÓGICA.
El 24 de noviembre fallecía el amigo de todos los españoles mayores de 50 años, cuyas vidas fueron acompañadas y alegradas por su presencia y humor: Tony Leblanc. Ese ex jugador de futbol que, apartir de descubrir su afición artística, fue uno de los personajes más asiduos del cine, el teatro y la televisión de España siempre será recordado por su abundante buen hacer y por haber conseguido que el público masculino se identificara con él y con sus personajes durante toda su prolífera trayectoria artística. Que en paz descanse.
Próximo capítulo. Las cosas se precipitan. (Segunda parte).
NECROLÓGICA.
El 24 de noviembre fallecía el amigo de todos los españoles mayores de 50 años, cuyas vidas fueron acompañadas y alegradas por su presencia y humor: Tony Leblanc. Ese ex jugador de futbol que, apartir de descubrir su afición artística, fue uno de los personajes más asiduos del cine, el teatro y la televisión de España siempre será recordado por su abundante buen hacer y por haber conseguido que el público masculino se identificara con él y con sus personajes durante toda su prolífera trayectoria artística. Que en paz descanse.
Próximo capítulo. Las cosas se precipitan. (Segunda parte).
Bienvenida querida Yolanda...esta vez quiero desearte algo un poco diferente...que no tengas necesidad ni motivos, en la proxima entrega, de recordar la falta, la perdida de algun ser querido, de otro colega de la profesion que se va...
ResponderEliminarDesgraciadamente y curiosamente en Bulgaria este anio 2012 ha sido igual en esto...hemos perdido decenas de artistas de toda la vida, los mejores de la profesion,...actores, cantantes, intelectuales...todos grandes amigos...acabamos de despedir a uno y ya nos enteramos del proximo...parece que las almas sensibles no pueden aguantar tanta crisis espiritual y no solamente...
Besos y te espero la proxima semana...y si fuera antes, mejorrr!!!
Carissima Yolanda, aquí estoy junto a Rey, esperando tu próxima entrega con mucha curiosidad.No culpes al pobre andaluz, el universo del flamenco es tan intenso, que sus cultores no admiten otro. El gran protagonista de esta entrada, es otra vez tu padre. Que visión que tuvo ese señor! Que en gloria esté! ;-) Un abrazo!
ResponderEliminarEnganchas. Se hace adictivo leerte. Eso si que es hacer de una vida una novela.
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