sábado, 22 de septiembre de 2012

Instantánea 46 - Mirando hacia atrás sin ira. (Finalmente, el adiós)

La fortaleza del Morro y la bandera cubana
Aquel 23 de diciembre de 1967 está  sumido en una insondable neblina. Hay enormes lagunas que sin duda ocultan momentos demasiado dolorosos. Casi toda esa jornada esta en mi memoria grabada en  forma de un esbozo,  como algo  realizado por la mano temblorosa de un niño pequeño.

Hacía días que las despedidas estaban siendo desgarradoras, a pesar del consabido latiguillo de “no te preocupes, esto no puede durar en Cuba”, afirmación que a esas alturas no nos convencía en absoluto. Demasiadas ausencias definitivas habíamos ya sufrido. Más de siete años de comprobar como nuestra isla se desangraba nos habían convertido en escépticos. Aquellas golondrinas que viéramos partir, contradiciendo el poema de Bécquer, nunca volvieron. Incluso mis hermanas de sangre Miriam y Zoilita, (ver Instantánea 21),  a causa de sus muchos problemas y del malísimo funcionamiento del correo, se fueron desvaneciendo en la vorágine del exilio. A mis  amigos de esos momentos y a mí, aunque mil veces nos jurábamos que a nosotros eso no nos pasaría, nos destrozaba el temor de una separación eterna.  
Papá, mi tía, yo y mi madre


¡Y qué decir de mi amada familia, de las estoicas mellizas, mis madres, y de mi dulce y amoroso padre! Hasta mis dos perritas Nana y Laura parecían presentir la separación y contagiarse con el dolor que nos abrumaba. Sobre todo Laura, aquel adorable ser que, recién nacido, yo había salvado de una muerte segura ,. (Ver Instantánea 23).
Laura y yo


Ella, que nunca había tenido conciencia de su condición perruna, llevaba días  pegada  a mis piernas.  Sus inquisidores ojos de miel me perseguían. Sus miradas desconcertadas me rompían el alma. ¡Es increíble el sexto sentido que tienen los animales!

Desde que nos confirmaron la concesión de mi permiso de salida, la primera reacción de alegría y triunfo se había ido convirtiendo en una sensación insoportable de desgarro. La familia Mariño-Pfarr que, a partir de su fundación en los años 30 nunca se había separado, iba a tener que dejar marchar a su miembro más frágil. Era impresionante verlos languidecer a medida que se acercaba el día de mi viaje y advertir los esfuerzos que hacían para que yo no lo notase, intentando darme fuerzas para los terribles momentos de soledad y lucha que sabían me esperaban. Aunque no albergaban duda alguna de que los mandaría a buscar lo antes posible, lo antes posible no era suficiente para mitigar su dolor.

María Luisa, el doctor Fernández Huso, Calonge,
el comante Montiel, yo, Gladys Triana, Gilberto Álvarez,
mi tía, mi padre y mi madre.

Varias fueron las reuniones de despedida que mis amigos me organizaron, pero tal vez la más conmovedora fue la que se muestra en la fotografía que ilustra este párrafo, tomada en el Salón Rojo del Hotel Capri. Aquella noche me asaetearon  infinitos recuerdos, incluso algunos  jocosos. Por ejemplo el día en que, habiendo el gobierno  dictado la orden de que al finalizar los espectáculos los artistas en pleno saliésemos  al escenario y cantásemos la Internacional Socialista. En aquella misma pista que tenía ante mí, algunos de nosotros, confieso que en voz bastante baja, habíamos optado por entonar esta versión: “¡Arriba los americanos, que viva el queso y el jamón, que vuelvan todos los cubanos y que llegue la invasión!”. Por supuesto, aquello era una chiquillada, sobre todo porque teníamos  buen cuidado de que nuestras voces no sobresaliesen entre las del resto, lo cual nos hubiese señalado mortalmente. Pero nos parecía humillante que si lo que se pretendía era hacer patriotismo no se entonase mejor el precioso himno cubano, La Bayamesa, compuesto en 1867 por Pedro Figueredo.

Por otra parte, aquella letra que cantábamos, creada por el ingenio callejero,  no reflejaba en lo más remoto las  importantes carencias que abrumaban al pueblo cubano. No era la falta de jamón o queso lo que nos rebelaba, sino la ausencia total de libertades. 

La reunión de que hablo  había sido organizada, con inusual valentía, por varios miembros del INIT que siempre me habían apoyado. En la foto aparecen, entre otros, María Luisa, alta empleada del INIT, el doctor Fernández Huso, amigo de mi familia, Calonge y  el comandante Montiel, altos cargos  del organismo, Gladys Triana, Gilberto Álvarez y, a la derecha, mis tres amores, mi gente. Fue una noche llena de ojos húmedos y sonrisas forzadas.
Por fin llegó el día de presentarme en el aeropuerto para el pre chequeo. Allí me entregaron una hoja con los requisitos para que pudiese subir al avión el día siguiente Era el 22 de diciembre, casualmente el día de mi cumpleaños y también el de mi llegada a Cuba, tantos años atrás. Fecha emblemática.  Incluyo dicha hoja completa y a toda página como información para todos aquellos incrédulos que se niegan a aceptar la complicada historia de la Cuba castrista. Este es un documento auténtico y la información que contiene vale un “Potosí”. (Fijarse especialmente donde dice NOTA).




Al finalizar estos trámites regresé por última vez  al lugar que había sido mi hogar durante 18 años, esa casa a la que, en 1950, había entrado una niña ingenua y atemorizada y de donde iba a salir una mujer llena de las más dispares experiencias.

Mi hogar. 70 y 13 Ampliación de Almendares
El pensamiento de abandonar la protección de sus paredes me parecía tan terrible como la amputación de un miembro de mi cuerpo sin anestesia . De hecho, en una de las lagunas que menciono al principio de este capítulo, se quedó hundido para siempre el momento exacto en que traspasé la puerta de la calle. No lo recuerdo. Sólo viene a mi cabeza, como grabado a fuego, durante la última  mirada atrás,  este cuadro: en el balcón de la casa mi padre abrazando a mi madre, mi tía sosteniendo a la perrita Nana en sus brazos y el negro hociquito de mi Laura asomando por entre las rejas. Curiosamente no distingo los rostros, tan solo las figuras, como en una lejana y desdibujada fotografía muy antigua. 

Gladys fue quien me llevó al aeropuerto de Boyeros. Bajo ningún concepto quise que ellos vinieran a despedirme. Creo que de haberlos tenido allí, alargando  los adioses, me hubiese roto en mil fragmentos, frágil y vulnerable como me sentía, quebradiza como el cristal.

Ángel Alonso y yo en Miami.
2010
Dice Ángel Alonso, con quien Internet me ha procurado la reanudación de nuestra amistad y que se hallaba presente en aquellos momentos, que mis últimas palabras antes de entrar en la pecera fueron “¿qué será de mí de ahora en adelante?” Puedo imaginar qué rostro y qué voz las acompañarían para que él las recordara hasta el punto de repetirlas, según me ha contado,  en el momento de su salida de Cuba en el año 69: “¿qué será de mí de ahora en adelante?”. Creo que estos vocablos, dichos o no en voz alta, estaban  en los corazones de  la mayoría de los cubanos en el terrible trance de su partida.


Mientras subía la escalerilla que me conducía al avión de Iberia, saber que abandonaba mi amada isla y  que nunca podría volver a ella, casi me enloquecía. Una vez cerrada la puerta del avión, sintiéndose a salvo en suelo español, los numerosos exiliados que compartían conmigo el vuelo estallaron en  abrazos, risas y lágrimas de felicidad, en fin, una algarabía de la cual yo no me sentía capaz de participar. Muy por el contrario, arrebujada en mi asiento, mis sentimientos eran de total desesperación. Llegué incluso a desear, durante unos fugaces instantes, ser una diminuta mota de polvo y, pegada a una de esas butacas, hacer el viaje de vuelta a la isla, suplicar a los “todopoderosos” perdón por mis "desvíos", jurarles sumisión eterna, cualquier cosa con tal de que me permitieran regresar al cálido regazo familiar. Cualquier cosa menos el oscuro túnel de soledad que presentía me esperaba. Pero era indispensable hacer acopio de fortaleza.  Acababa de quemar mis naves y de ese momento en adelante debía centrar mis pensamientos en rehabilitar mi vida, en recomponer mi corazón con el fin de dar cabida en él a nuevas experiencias, a nuevos amigos.  Y debía hacerlo de prisa. Acababa de cumplir 27 agitados años, ya no era ninguna adolescente, y tenía que reunir el dinero de los pasajes de mi familia y mis perras antes de que fuera demasiado tarde para ellos. Así que me concentré en este objetivo; comenzaría con firmeza una nueva vida pero siempre “mirando hacia atrás sin ira”.




PD. Queridos amigos, los de siempre o los que a lo largo de este camino de 46 capítulos se han ido uniendo a mi paso, gracias de todo corazón. Sé que, en  gran mayoría, mis seguidores han sido cubanos en el exilio. Mi sorpresa ha sido descubrir que en Rusia, en Ucrania, en Japón, en Dinamarca, en Bélgica, en Bulgaria, en Los Emiratos Árabes, en Francia, en Suiza, en gran parte de Iberoamérica, muchos se han interesado por las aventuras y desventuras de una cubanita de adopción. Mis amigos de Cuba, ya que prácticamente nadie allí tiene acceso a Internet, otro injusto medio de aislamiento, han debido seguir mis peripecias por terceras personas del “mundo libre". Espero que la información que he intentado dar, sin odios y lo más objetivamente posible, haya abierto los ojos de muchas personas que, sobre todo aquí en España, han vivido con el mito de una Cuba libre y justiciera.

A partir de ahora mis Instantáneas tomarán otros derroteros. Ojalá mis fieles amigos continúen interesados. Les aseguro que de mis experiencias en mi patria, España, también hay cosas muy jugosas que contar. Os abrazo a todos.



Próximo capítulo. La llegada.

2 comentarios:

  1. Muy real este capitulo Yolanda. Me toco muy personalmente. Yo no vivi las tragedias politicas tuyas, pero si muchas otras parecidas de tu historia. Vivi, aunque con unos 10 anios de diferencia, el mismo tiempo y eso hace que todo lo viera de otra manera, ni mejor ni peor, pero si distinto. Sin embargo el tema de este capitulo me llego al centro del corazon .
    'Las despedidas'...Tantas despedidas, tan crueles y dolorosas siempre. Una vida no deberia tener que pasar por tantas. Lo digo por ti y tambien por mi, ...por todos. Si yo te contara...!
    Mis hijos, jovenes felices de la Europa moderna, Gracias a Dios, no entienden como me duelen las 'dichosas' despedidas, incluso de personas no tan sercanas y me alegro por ellos. Tu lo relatas tan bien! Aunque es un caso particular, tambien es un caso general para los cubanos de nuestra generacion. Estamos traumatizados por este tema.
    El poema mas triste del mundo, para mi, que se convirtio en cancion, por el grupo "Lot Lorien", lo escribi cuando mi hijo se despidio por primera vez de mi, para ir a estudiar a una Universidad famosa ...imaginate, que ridiculo! Sin embargo, casi me muero de dolor. "Cuando un hijo se te va". Puedes encontrarla en internet si te interesa. Algunos me recordaron que tuve seguramente una reminisencia por el titulo, de la famosa cancion de Alberto Cortes "Cuando un amigo se va", pero nada que ver.
    Hasta de mis gatos...cuando uno se murio lo padeci tanto que no deberia contarlo, por lo ingenuo que es para muchos seguramente. Algo anadido en mi caso es que en los 90 en Bulgaria, mi segunda patria, ocurrio lo mismo que en Cuba, no tan dramatico politicamente, pero si socialmente. Vivi de nuevo momentos tan o mas duros que en mi Isla querida en los 70. Adios a Familiares, amigos, colegas, conocidos...
    Por esto te saludo por este capitulo tan conmovedor y vigente todavia, desgraciadamente. La gente con sencibilidad se estremeceran y los que no la tengan, se informaran del dolor de los cubanos, de los ciudadanos del mundo, si no lo saben, que por cuestiones del destino, digamoslo asi, tenemos que separarnos de la patria, de las gentes, y eso es algo que continua hasta hoy en muchos lugares del planeta, por una u otra causa. Como si fueran poco los adioses a que tenemos que enfrentarnos, por ley de vida y que dificilmente aceptamos.
    Pero, como tu lo dices claramente en tus escritos, y estando de acuerdo completamente contigo, la politica de turno no deberia ser una de estas razones.
    Disculpa por lo largo de mi comentario pero me salio del alma al leerte esta vez.
    Espero que un guionista se interese y haga de tus recuerdos un film espectacular.
    Un beso!

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  2. Gracias Yolanda:

    Gracias por contarle al mundo la verdad , este ultimo adios a Cuba me a llegado muy hondo, recuerdos de mi ida sola a los 11 años com mi hermana de 10 me a conmovido hasta llorar, espero con ansias tus otros capitulos.

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