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Hotel Riviera. La Habana |
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Escultura de Florencio Gelabert |
Cuando en diciembre de 1957 me llamaron para inaugurar un
nuevo y lujoso hotel en La Habana, no podía ni creerlo. El Riviera era un
modernísimo edificio construido, según
dicen, por la mafia norteamericana, pero con un buen gusto impecable. Estaba dirigido por un tal Meyer Lansky, un conocido gánster. A la
entrada habían colocado una hermosa
escultura, “Los Peces”, de Florencio
Gelabert y hasta seis más, del mismo escultor y diseminadas por todo el hotel, eran objeto de admiración general.
En su original piscina se solía reunir lo más selecto del mundo artístico de Cuba y parte del extranjero.
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Ginger Rogers en la inauguración del "Copa Room". |
El hotel tenía dos salas de espectáculos, el “Copa Room”, la principal, y el casino llamado el “Double or Nothing”. La cosa es que, mientras Ginger Rogers, con un show musical dirigido por el gran coreógrafo Jack Cole debutaba en el Copa, en la sala de juegos, después de atravesar ruletas y mesas de cartas y sobre la barra del bar, en un pequeño escenario donde solo cabían un piano vertical, un contrabajo, una batería y, a duras penas, la cantante, cada noche yo entonaba clásicos de la música norteamericana. Summer Time, Stormy Weather, Tea for two, Unchainned Melody, Over the Rainbow…
Como es natural, atacados por la fiebre de la ludopatía, casi nadie prestaba atención a esa chiquilla de 16 años, provista de un carnet de artista que falseaba su edad y una pequeña pero melodiosa voz. Aunque eso no era óbice para que disfrutara como una posesa de aquella oportunidad que mi profesora de ballet, Irma Hart Carrier y sus contactos con la colonia americana me habían conseguido.
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Frank Sinatra |
Nada significativo
tendría que contar sobre ese periodo si no fuese porque una mañana, mientras
ensayaba, sucedió algo extraordinario. Vi como un señor se sentaba a la desierta
barra y, semi oculto tras un daiquirí, permanecía en su taburete,
silencioso y atento, durante los largos minutos que estuve repasando
melodías. Al terminar mi ensayo, de una
manera muy “polite” le dije, “thank you, sir, for your atention” (gracias,
señor, por su atención) y me apresté a abandonar el mini escenario. Entonces el
“señor” tras dirigirme una amplia sonrisa y un
guiño de complacencia, alzando hacia mí su copa ya vacía, abandonó la
sala. Era Frank Sinatra en persona. Mi cantante favorito de todos los tiempos.
Nunca volví a verle por esos lares pero
no olvidaré el momento mientras viva.
Tan solo treinta días duró mi agotador trabajo en el “Double or Nothing”. A las 7 P. M. comenzaba a cantar y, salvo quince minutos de descanso cada hora, en esa faena continuaba hasta medianoche. Aquello trastornaba el resto de mi vida y sobre todo mis estudios así que tuve que despedirme.
Pero no debieron quedar descontentos con mi labor ya que, en el mes de Mayo del 58 estaba de figura en el Copa Room con un espectáculo llamado “Holliday in Havana”, acompañada por Mary Raye & Naldi, Violeta Vergara, el cuarteto Valdivia y la pareja de baile Linda Ferrán y Diego.
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Germán Valdés,"Tin-Tan" |
Varios meses antes un
grupo de técnicos mejicanos y norteamericanos había venido a Cuba con el cómico Germán Valdés, "Tin-Tan", a fin de rodar una parte de su película “Rififi entre las mujeres”. Como
necesitaban una chica joven para hacer un pequeño papel, Mrs Carrier que, como ya sabéis estaba metida en todo ese mundo, me recomendó y algunos días después, en
la sala de proyección, me sorprendí con la imagen en la pantalla de una exuberante mujer en la cual
yo no me reconocía en absoluto. En realidad salí de allí avergonzada. Aprendí muy pronto que
las cámaras añaden libras y años a sus víctimas. Al día siguiente mi profesora me comunicó que
"Tin-Tan" quería hablar conmigo y, debido a mi minoría de edad, con mis padres. ¡El actor pretendía
que fuese a México para participar en su
próxima película! Como la idea de alejarme de mis estudios y de mi familia me aterraba, y a ellos
les sucedía tres cuartos de lo mismo, decliné una oferta que, sin duda, hubiese
cambiado el curso de mi vida.
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Mural de Amelia Peláez en el "Habana Hilton" |
También en el 58 Mrs. Carrier, me presentó a un coreógrafo y bailarín norteamericano, Harold Cole, el cual buscaba una pareja para debutar en el Hotel Habana Hilton que estaba a punto de inaugurarse. Aquello, por supuesto, me llenó de ilusión. ¡Bailar era lo mío! Ese hotel iba a ser el más alto y lujoso de América Latina. Una gran franja frontal del edificio sería un mural realizado en cerámica por la cubanísima pintora Amelia Peláez. El proyecto del hotel, a pesar de la idea generalizada, no era norteamericano. Su construcción se llevó a cabo bajo los auspicios de El Retiro Gastronómico de Cuba, con un coste de 25 millones de dólares, y se inauguró sujeto a un convenio con Hilton Internacional para su administración y para la gestión turística .
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Yolanda & Cole |
El día de la apertura oficial
fue el 22 de Marzo del 1958. y poco tiempo después la pareja de baile Yolanda and Cole
ya estaba actuando allí, en el salón Caribe. Hicimos algunos programas de TV, muy
celebrados por las originales coreografías de Cole.
Pero aquella experiencia estaba condenada a no durar. Una noche tras el show, mi admirado partenaire me pidió que fuese a la mesa de unos amigos suyos que, según dijo "son gente importante en EE.UU. y nos pueden gestionar trabajo en la TV americana”. Por supuesto, ante esa posibilidad, accedí gustosa. Pero mi primera sorpresa fue hallar en la mesa a dos señores con pinta de ser poco señores y de tener en sus organismos muchas copas de más. Y de Cole, ni rastro. Me quedé esperándole un buen rato hasta que, harta de oír tonterías, impertinencias y de oler a bourbon rancio, intenté despedirme. No pude dar crédito a lo que entonces escuché . “Ni hablar, zorra, tú no te vas así como así. Ese no era el trato”. ¿El trato? ¿Qué trato? No tardé mucho en comprender que mi compañero estaba intentando usarme como cebo, como “moneda de cambio”. Como imaginareis, salí de allí escopetada y tragándome las lágrimas. Así que, humillada y desilusionada, disolví la pareja. “Yolanda & Cole”, que en principio sonaba tan bien, había acabado desafinando muchísimo. ¡Que agitados fueron mis 17 años!.
Próximo capítulo. Cuba. Hotel Riviera . (Segunda parte).
Pero aquella experiencia estaba condenada a no durar. Una noche tras el show, mi admirado partenaire me pidió que fuese a la mesa de unos amigos suyos que, según dijo "son gente importante en EE.UU. y nos pueden gestionar trabajo en la TV americana”. Por supuesto, ante esa posibilidad, accedí gustosa. Pero mi primera sorpresa fue hallar en la mesa a dos señores con pinta de ser poco señores y de tener en sus organismos muchas copas de más. Y de Cole, ni rastro. Me quedé esperándole un buen rato hasta que, harta de oír tonterías, impertinencias y de oler a bourbon rancio, intenté despedirme. No pude dar crédito a lo que entonces escuché . “Ni hablar, zorra, tú no te vas así como así. Ese no era el trato”. ¿El trato? ¿Qué trato? No tardé mucho en comprender que mi compañero estaba intentando usarme como cebo, como “moneda de cambio”. Como imaginareis, salí de allí escopetada y tragándome las lágrimas. Así que, humillada y desilusionada, disolví la pareja. “Yolanda & Cole”, que en principio sonaba tan bien, había acabado desafinando muchísimo. ¡Que agitados fueron mis 17 años!.
Próximo capítulo. Cuba. Hotel Riviera . (Segunda parte).