Tomás Gutiérrez Alea |
Para los que no sepan quién era Titón, ahí va el nombre completo
de Tomás Gutiérrez Alea. Para los pocos que aún ignoren a quién me refiero les
diré que se trata del más premiado de los cineastas cubanos, uno de los grandes
representantes del movimiento ocurrido en la década 60-70, el conocido como
Nuevo Cine Latinoamericano.
Entre sus películas más apreciadas y premiadas está Las doce sillas, del año 1962, una tragicomedia protagonizada por Enrique Santisteban y Reynaldo Miravalles. (Un aristócrata y su chofer buscan unos brillantes que escondieron en una silla incautada por el Ministerio de Recuperación de Bienes). También La muerte de un burócrata, rodada en el año 1966, (una sátira de la burocracia cubana y de lo enrevesado que puede llegar a ser conseguir, a consecuencia de la ineptitud y apatía de los funcionarios, cosas aparentemente sencillas).
Entre sus películas más apreciadas y premiadas está Las doce sillas, del año 1962, una tragicomedia protagonizada por Enrique Santisteban y Reynaldo Miravalles. (Un aristócrata y su chofer buscan unos brillantes que escondieron en una silla incautada por el Ministerio de Recuperación de Bienes). También La muerte de un burócrata, rodada en el año 1966, (una sátira de la burocracia cubana y de lo enrevesado que puede llegar a ser conseguir, a consecuencia de la ineptitud y apatía de los funcionarios, cosas aparentemente sencillas).
Daisy Granados Sergio Corrieri Eslinda Núñez |
Pero sobre todo Memorias del
subdesarrollo, considerada la mejor película cubana de aquellos años,
protagonizada por Sergio Corrieri, Daisy Granados, Eslinda Núñez y, en un
principio, (luego explicaré el porqué de esta afirmación) Yolanda Farr. Sergio,
el protagonista, es un burgués que, durante la revolución, ha preferido
quedarse en La Habana mientras su esposa, desesperada por la situación política, abandona
su patria. Para los lectores españoles, diré que Titón es conocido en este país por
su estupenda Fresa y chocolate, 1993,
interpretada por Jorge Perugorría y Vladimir Cruz, la historia de dos seres
humanos que buscan su identidad, llegando en ese proceso a una amistad que,
por la homosexualidad de uno de ellos, pone
en riesgo la libertad de ambos. Su última obra, Guantanamera, es una divertida sátira
sobre los kafkianos problemas que provoca en Cuba, en el año 1995, el traslado de un cadáver en su ataúd a través de
la isla .
Mis recuerdos de Memorias del
subdesarrollo son contradictorios. Todo pintaba genial cuando, a finales del 66, Gutiérrez Alea me propuso hacer su próxima película, basada
en una novela de Edmundo Desnoes. El argumento era interesante y mi papel, sin
ser protagónico, era importante y apetecible ya que personificaba algo que
desde hacía algún tiempo me rondaba por la cabeza: abandonar Cuba y enfrentarme a los
problemas que eso conllevaba. Tenía tres largas y dramáticas escenas que me
hicieron sudar sangre durante el rodaje pues Titón, que sabía bien lo que quería, me
indicó que ignorara el dialogo escrito para crear una situación más real y humana.
Fotogramas de una de mis escenas en Memorias del subdesarrollo. |
Aquellas
improvisaciones de horas y horas fueron un masoquista placer y el resultado, que
tan solo pude ver en la moviola, resultó tan bueno que el equipo y el mismo
director irrumpieron en aplausos. Al acabar la que debía ser mi última sesión en la película, Gutiérrez Alea me dijo que quería tener una conversación conmigo a solas. Partimos juntos del set y nos dirigimos a la
cafetería del Hotel Capri, en cuyo cabaret, dentro de pocas horas, yo tendría que sumarme al reparto de Los tiempos de
papá y mamá, aquel fantástico show que llevaba más de un año en cartel. Y
esta fue su proposición. Se le había ocurrido integrar en la película el primer
desnudo del cine cubano. Por supuesto sería algo plástico y breve.
Quería que atravesase el cuarto de
baño desnuda y de espaldas y así entrara en la ducha para terminar el plano con mi silueta tras la
cortina. De momento no supe qué decir. A pesar de ser desde hacia años “una
cabaretera” el desnudo integral era algo que me avergonzaba muchísimo. Pero si
alguien tenía la labia suficiente para convencer a una jovencita entusiasta del
cine, ese alguien era aquel hombre serio y profesional cuya labor yo admiraba. Mi respuesta queda expuesta en mi fugaz pero absurdo desnudo, una de las
pocas constancias que quedan de mi
trabajo en la película. No deja de ser irónico.
Fotograma de Memorias del subdesarrollo |
Nunca pude ver el film en Cuba, puesto que no se estrenó hasta
años después de mi exilio. Pasado el tiempo y ya en España, sufrí el shock de mi
vida al comprobar que mi imagen estaba prácticamente eliminada de la pantalla, que casi solo quedaba mi voz en
off sobre “close ups” de Sergio Corrieri
y larguísimos planos, "cámara en mano", de nuestra habitación desierta. La divertida
secuencia del Conney Island, el famoso parque de atracciones de La Habana, había desaparecido. La dramática escena de
mi despedida en el aeropuerto se había convertido en un frío plano que seguía
mi espalda mientras subía al avión. Y para colmo, mi nombre había sido quitado
del reparto. Aquel agotador papel, aquellas extenuantes improvisaciones en las que pusiera toda
mi alma, habían quedado convertidas en un trabajo de “figuración con frase”.
Tomás Gutiérrez Alea falleció en 1996. Lamento decir que mi desilusión por aquella experiencia es algo que no he superado.
A pesar de que mi nombre, con posterioridad, fue incluido en los créditos,
cortar de esa manera la participación de un actor en una película, sin siquiera una
explicación, es más que una ofensa una amputación que se siente como casi física.
Aunque Memorias del
subdesarrollo figura como filmada en el 68 la realidad es que se rodó a
finales del 66. La prueba irrefutable es mi pasaje de avión, que aún conservo,
con fecha de diciembre del 67. Es decir que yo no estaba ya en
Cuba en el 1968. Mi opinión al respecto es que el gobierno quiso que pasara un
tiempo para que mi público me olvidara
antes del estreno. Es sabida la frágil memoria de la gente. No era buena propaganda que una figura en alza
abandonara el “paraíso socialista” y es innegable que yo había tenido unos años esplendorosos.
Pasaje de mi salida de Cuba, (la fecha arriba a la derecha) |
Más desmanes originados por un régimen cuyo totalitarismo le
convertía en incuestionable dueño “de hombres y haciendas”.
En el próximo capítulo narraré, entre otras cosas, el por qué brotó en mí la
necesitad de abandonar a mis seres amados y de decir adiós para siempre a Cuba, cortando con eso mi floreciente carrera en mi Patria de adopción.
Próximo capítulo: Del blanco al negro en un fotograma.
Yolanda no importa que hayan recortado tus escenas. Los pocos minutos que dejaron de tu actuación ya sobran para valorar tu gran talento y en especial tu belleza.
ResponderEliminarTu nombre aparece en los créditos, por lo menos de la versión que está en Youtube y fue por eso que llegué a tu Blog.
Gracias nuevamente por recordarnos aquellos tiempos y por ser esapersona que eres, tan grande y a la vez tan modesta. Que sigas cosechando éxitos y amando a esa nuestra Cuba tan mansillada por los innombrables.
Un cordial saludo
Felo
Gracias, amigo Felo, por tus animosas palabras. Si eres actor comprenderás lo frustrante que es ver eliminado de la pantalla el trabajo que has hecho con tanto amor e ilusión, dos cosas que siempre he puesto en mi trabajo. Y quizá peor aún experimentar la desilusión por alguien que has admirado y al cual te has entregado en alma entera, como debe ser la relación actor-director al menos según mi parecer.
ResponderEliminarEn cuanto a mi amor por nuestra maltratada Cuba, te aseguro que es imperecedero, ya que siempre la considera mas Patria que la propia.
Un agradecido abrazo
Yolanda Farr
Su propia vida daba un filme Yolanda Farr! No desestime la idea.
ResponderEliminarSeñora Farr:
ResponderEliminarMi nombre es Tlatoani Ortíz, soy estudiante de cine en México y una de mis secuencias favoritas de toda "Memorias del subdesarrollo" es aquella en la cual usted discute con Sergio Corrieri. Desde la primera vez que la vi quedé asombrado, perturbado ante la fuerza y autenticidad de su actuación. Es increíble. Un frío me recorre la espalda cada vez que miro esa escena.
Lamentable el corte que sufrió su personaje, mire hasta cuándo he venido a enterarme. Seguramente no vería igual "Memorias..." si hubieran permitido que apreciáramos su trabajo, lo más seguro es que me gustaría aún más.
Un saludo respetuoso, Yolanda.