Analía Gadé |
En este capítulo quiero
hablaros sobre todo de cuando conocí a María Esther Gorostiza, hermosa mujer y ser
humano admirable. Aunque tal vez debo empezar diciendo que me refiero a Analía Gadé.
Analía Gadé |
Nacida en Córdoba, Argentina, en octubre del año 1931, siendo una adolescente ganó un concurso de belleza.
En mi opinión podía haber ganado todos los certámenes a los que se presentara. Tal es su belleza. Poseída por el duende de la farándula, años más tarde contrajo matrimonio con
un conocido actor de aquel país, Juan Carlos Torry y juntos formaron una exitosa
compañía teatral. Por fortuna para los españoles el matrimonio no
duró mucho y Analía, huyendo de malos recuerdos, decidió venirse a una
“madre patria” que la recibió con los brazos abiertos, situándola desde el
principio en el lugar privilegiado que se merecía gracias a su físico maravilloso, su
simpatía y su buen hacer. Aquí se unió sentimentalmente a otro actor reconocido
y admirado en aquel entonces y hasta la hora de su muerte, acaecida en noviembre del
2007: Fernando Fernán Gómez. Tampoco esa pareja duró mucho. Yo creo que
Analía era demasiada mujer para que un hombre pudiera evitar
convertirse a su lado en algo más que el “marido de…” Y ya se sabe lo mal que los
señores aceptan esa condición. Sería agotador intentar enumerar su filmografía
ni sus trabajos teatrales. Además, ese no es mi propósito. Lo que deseo es
hablaros de aquel Asesinato entre amigos
y de mi inmejorable relación con la famosa y hermosísima Analía Gadé.
Ella era la protagonista de
la obra y yo la antagonista. El galán era un Ramiro Oliveros del que no tengo
mucho que contar porque su trato fue siempre distante y al
mes de estrenar dejó la compañía. Algo nada lamentable, pues entró a sustituirle un ser encantador,
famoso por haber hecho para la televisión
una serie sobre la novela El conde de
Montecristo, de Alejandro Dumas. Tal
fue la aceptación del programa que el pobre se quejaba de que, a consecuencia de aquello, le colgaran para siempre el apodo
de “el conde”. Se trata de José Martín, un caballero, un hombre culto donde los
haya, una “rara avis” en el ambiente teatral.
Pepe Lara, un apuesto y
joven actor malagueño, ex compañero en mi debut madrileño del año 1970
con El Escaloncito, (ver Instantánea
66), y amigo íntimo desde antes de que Jesús y yo donáramos sangre para una operación que hubieron
de practicarle a corazón abierto, formaba parte del elenco, junto con el genérico Alberto Fernández.
También en el reparto estaba Paco Marsó, al que conocía desde la
época del restaurante-espectáculo La Fontana. (Ver Instantánea 74).Todo un personaje, Paquito. Para comenzar diré que aquel soltero y
mujeriego empedernido que yo había conocido tiempo atrás, en el momento en que compartíamos escena en Asesinato… era ya un hombre casado nada
más y nada menos que con la gran Concha Velasco.
Concha Velasco y Paco Marsó en Las Arrecogidas.... |
Según Paco contaba ambos se habían conocido en el año 77 durante los ensayos y posterior puesta en escena de Las arrecogidas del beaterío de Santa María la Egipciana, de José Martín Descalzo, resultando de inmediato víctimas del fulminante flechazo de Cupido. Concha por aquellos días estaba soltera y embarazada y guardaba, aun guarda, la identidad del padre de su hijo en secreto. Un secreto que no lo es para algunas personas de la profesión. Pero cómo ni por asomo deseo levantar públicamente un velo tendido con tanto ahínco, ella sabrá por qué, su nombre no será revelado por mí. La cuestión es que a la pareja le vino de perlas el mencionado flechazo; Concha consiguió un cariñoso padre para su hijo y Paco un prestigio que se convertiría en fortuna cuando, poco más adelante, fuese el eficaz mánager de la estrella.
Pero regreso a las
representaciones de Asesinato entre
amigos.
Analía, Marsó y yo en Asesinato entre amigos |
Aquella obra, destinada en apariencia a ser el gran éxito teatral de 1979, por uno de esos insondables misterios teatrales, no lo fue. El texto era divertido, el final impactante, la dirección de Catena irreprochable, el decorado suntuoso, los actores estaban brillantes en sus papeles, pero de alguna manera el producto, a pesar de las estupendas críticas, no interesó al público. En cuanto a Analía, no podía estar más hermosa y acertada en su interpretación. Desde los ensayos supe que nuestra relación sería inmejorable.
A pesar de ser una gran estrella se ofreció para asesorarme en el vestuario y para enseñarme truquitos de maquillaje que nadie como ella y Sara Montiel dominaban en este país. Durante las representaciones, mientras compartíamos la escena, intentaba en todo lo posible permanecer desapercibida mientras yo sostenía mis diálogos, es decir que procuraba no atraer la atención del público, algo que ni remotamente los divos y los pretendientes a serlo están dispuestos a hacer.
Era tal su dominio de la
escena que, siendo yo testigo, dejó esta
anécdota para los anales del teatro.
De izquierda a derecha Analía, Alberto Fernández, yo, Ramiro Oliveros y Pepe Lara |
Sucedió casi al final de la
obra, en un momento en que su personaje debía disparar contra el mío. Es sabido
que el sonido de los disparos se simula haciendo chocar dos tablas en medio de
las cuales se ha colocado un detonador y que el regidor, entre cajas, es el
encargado de sincronizar el sonido con la acción del actor. Pues bien, la noche
del estreno, en la escena en que ella
alzaba su `pistola contra mí mientras decía “y por eso, te mato” ningún sonido acompañó a su movimiento
de apretar el gatillo. La situación no podía ser más tensa e inoportuna. Aquel
era el momento crucial de la trama. Su primera reacción fue repetir la frase y el
movimiento, pensando que el regidor había tenido un despiste, pero con el mismo resultado: el silencio. Entonces, en un arranque de espontaneidad y sin
perder su personaje dijo, “pum, pum, y por eso TE MATÉ”. En ese momento yo me
desplomé, según estaba marcado, al
tiempo que intentaba contener la risa. Mientras del patio de butacas subía una clamorosa ola de bravos y aplausos. Así
reacciona ante un imprevisto una verdadera actriz. Y así se lo agradece su
público. Más tarde supimos que el detonador se había humedecido impidiendo su
detonación.
Analía, yo y Marsó |
Asesinato
entre amigos tan solo tuvo una duración en cartel de tres
meses, y eso gracias a que nuestra fe en la función nos hizo bajarnos nosotros mismos los sueldos, atendiendo a la sugerencia del productor, Julio Kaufmann. Pero lo único que conseguimos fue alargar un poco la agonía. A
finales de abril la compañía se disolvía con infinita tristeza general y con la
confirmación de que al público no había quién lo entendiera. RIP Asesinato entre amigos.
Muchos años más tarde, en 1999,
Analía sufriría un infarto cerebral que, aunque no le dejó secuelas físicas, sí
mermó algo sus facultades. Aún así, poco después, volvió a la escena
interpretando, en el teatro Albéniz, Las
mujeres sabias, de Moliere. Cuando la visité en su camerino se arrojó a mis
brazos al tiempo que me confesaba las dificultades que había tenido
para volver a memorizar el texto de esa
obra que ya había protagonizado, unos años atrás, en el teatro Nuevo Apolo. También me contó
que llevaba tiempo trabajando pertinazmente con una logopeda pues temía que su
vocalización hubiese perdido fluidez. No era así. Su belleza y su dicción
seguían siendo perfectas y estoy segura de que el público nunca pudo adivinar sus esfuerzos . He aquí un ejemplo de lo que un espíritu fuerte y una
férrea devoción pueden conseguir.
Escena de Las mujeres sabias. Año 1984 De izquierda a derecha Alfonso del Real, Analía Gadé. Amparo Baró y Laly Soldevilla Foto Jesús Alcántara |
Analía continuó algún tiempo sobre el escenario, siendo una de las últimas obras que interpretó El
dulce pájaro de la juventud, de Tennesse Williams. Con tanta profundidad
había horadado su alma el gusanillo del teatro que consideraba la vida,
fuera de las tablas, como algo sin sentido. Por desgracia sufrió un nuevo
accidente vascular y, aunque esta vez se trató tan solo de un micro infarto,
sin duda aquello hizo brotar en ella tantas dudas e inseguridades que ese anélido que la devoraba desde la adolescencia resultó definitivamente noqueado.
Analía, yo y el periodista Jesús María Amilibia, otra gran persona y amigo. |
Hace ya años que Analía Gadé se vio forzada a retirarse de las tablas. A pesar de esto sigue manifestando su afición con una continua asistencia a los estrenos, y su bondadoso carácter con visitas y felicitaciones a los actores en sus camerinos. Esa mujer es un ejemplo de que la belleza interior y la exterior pueden convivir dentro del mismo cuerpo.
En el próximo capítulo os contaré, entre otras cosas, como unos meses después de terminar Asesinato entre amigos sufriría en mis carnes, durante meses, el "malévolo invento" de Los Festivales de España.
Próximo capítulo. Los Festivales de España
Interesante historia dedicada a una buena actriz a quien he visto en numerosas películas, bella mujer, aunque no he tenido ocasión de conocerla personalmente, y hoy 1 de febrero de 2017 he vuelto a ver en La Duda junto a Fernando Rey proyectada por TVE.
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